“Lo sucedido nos pone en alerta. Es que hay un riesgo latente que nos acecha. Hay que trabajar sobre el tema. Las planificaciones urbanísticas a veces generan disgustos cuando a los que pretenden construir se les exige estudios de impacto ambiental, de suelo, arqueológicos y otros”. Es lo que reflexionó el intendente de Tafí del Valle, Francisco Caliva, a propósito de la devastadora tormenta que azotó el sábado anterior a los Valles Calchaquíes.
El fenómeno meteorológico hizo estragos en El Mollar, causando destrucción de caminos y anegamiento de casas de familias. Afortunadamente no se registraron víctimas. En Tafí del Valle los daños fueron menores, pero reveló, al igual que en la villa turística vecina, la fragilidad de una urbe serrana sobrecargada de construcciones sin orden y expuestas a la cada vez más virulenta fuerza de la naturaleza.
El jefe comunal advirtió que en su municipio y en El Mollar “hay obras en lugares que fueron zanjas, canales, arroyos o ríos”. “Así cuando llueve –apuntó- el agua busca escurrirse por su cauce natural y termina saliendo hacia las calles”. Y remató finalmente: “muchos vienen a desarrollar loteos y no miden las consecuencias para nosotros”. Aunque la preocupación no es nueva, los originarios coinciden en que la “madre tierra”, tal como expresó Caliva, lanzó una clara advertencia: “en los valles hay peligros que atender”.
Lo dicen también profesionales conocedores de una problemática que arrastra desde hace tiempo la zona. El arquitecto Osvaldo Merlini, ex funcionario municipal, sostuvo que hasta ahora tanto El Mollar como Tafí del Valle han tenido suerte con las manifestaciones climáticas. Pero advierte que no se puede seguir apostando a lo providencial. “Hay un código de edificación que se remonta a 1990. No se lo actualizó y hay que hacerlo urgentemente. Es que ahora se construye más y en territorio donde no se debería. El caso más emblemático de los valles es el cerro El Pelado. Los loteos deben ajustarse a las normativas de impacto vigentes. No se puede edificar en cualquier lugar”, insistió el profesional.
Merlini observó que hay construcciones de cabañas y otras en zonas aluvionales. “Después de las crecientes del Blanquito en el 87 se hizo un plan de estabilización de la cuenca que quedó en el olvido. Toda obra en arroyo y ríos debe tener una permanente atención. En Tafí del Valle cualquier cuenca es peligrosa. Puede estar seca el mayor tiempo del año, pero en un momento dado llueve y es posible que se produzca un aluvión”, apuntó.
Por eso consideró vital “establecer donde no se debe construir”. “Se tiene que instrumentar un plan de desarrollo urbano determinando áreas roja, verde y amarilla. Nunca es tarde para comenzar. Y menos cuando vamos por muy mal camino. Todo lo que se haga es bueno porque las posibilidades de aluviones es un riesgo”, insistió.
La “fiebre” inmobiliaria, según Merlini, tiene su explicación en el hecho de que Tafí es un buen lugar para vivir con servicios urbanos casi del primer mundo. Además la población local también creció y no tiene tierra. De ahí que, apuntó, “hay lugareños que se instalaron a las orillas del río”. “Se trata de un problema social que también hay que brindarle solución” sostuvo. Para Merlini la problemática urbanística de los valles debe ser tomada con más seriedad por la provincia.
“Tanto El Mollar como Tafí del Valle carecen de los fondos y recursos humanos suficientes para atender un territorio que a las autoridades locales se les va de la mano”, observó. “Hay un afán de llenar Tafí los fines de semana. Y lo ocurrido recientemente es un llamado de atención a fin de que el tema sea abordado, reitero, con responsabilidad. Así como decimos que es la perla turística de la provincia, hay que cuidarla. Es necesario una normativa integral de ocupación de territorio que contemple el respeto al medio ambiente, lo cultural y todo lo que refuerce la identidad propia de la zona”, apuntó.
De Amado
La normativa novedosa más reciente y que puso freno a las construcciones en el cerro El Pelado es la Ley 9.224 del 2020, la cual, además de suspender el fraccionamiento, la urbanización de terreno y la construcción de viviendas, declaró “zona de protección arqueológica” a esa elevación. Aunque la disposición tuvo en principio un año de duración, luego fue ampliada por otro más.
“Es una ley cuya instrumentación la dejamos supeditada a acciones coordinadas entre el municipio de Tafí del Valle y la comuna de El Mollar. La intención es que la administración de la primera de las comunidades se haga cargo del control del cerro por disponer de mayor infraestructura operativa y estar más cerca. Pero al parecer no se pusieron de acuerdo hasta ahora”, dijo el vicepresidente de la Legislatura, Regino Amado.
Explicó que la comuna de El Mollar no solo está a más de 10 kms de El Pelado, sino que además carece de móviles y personal suficiente para realizar controles permanentes. Amado, autor de la 9224, precisó que la ley fue ampliada ya dos veces y hasta ahora los únicos que operan como controladores del sitio son los propios vecinos que ya están instalados ahí.
A pesar de que hay dos fiscales de la provincia que tienen sus casas en el lugar, hasta ahora ninguno actuó de oficio ni mediante otros recursos para contribuir al cumplimiento de la ley vigente y evitar que se sigan haciendo construcciones”, concluyó.